¿Quien no tuvo Miedo? - Quem Não tive medo?  

Posted by Carlos Zárate V.


“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra¨

Aquel jueves 29 de febrero de 1998, cumplía mi tercer año como Pastor en la Ciudad Esmeraldas, ubicada al norte de Ecuador, Esmeraldas desarrollaba diversas actividades comerciales, de pesca, ganadería, agricultura, sin embargo La Refinería de Petróleo era la actividad principal muchas veces su mayor amenaza. En aquel tiempo, mis hijos, Jonathan y Karen, estaban aun pequeños y ese día, volvíamos a casa, después de dar atención a una de mis 15 iglesias de mi distrito, la iglesia de “Sabalito”.

Sabalito era una iglesia rural que cualquier colega se sentiría feliz de ser su Pastor, por lo cariñosos y esforzados que eran los hermanos, tanto en la vida diaria de sus trabajos como en el aspecto eclesiástico, Mas, llegar a Sabalito no era fácil, teníamos que salir muy de madrugada para abordar el primer ómnibus de Esmeraldas, (donde vivíamos) a Quinindé, que generalmente lo hacía en una hora y pocos minutos, cuando llegábamos a Quinindé teníamos que caminar hasta el otro terminal de transporte rural llamado “Ranchera”, que no era otra cosa sino un camión con la forma de ómnibus, mas los asientos y demás cosas, eran de madera dura que hacia el viaje más difícil aún. Aquella mañana tomamos por segunda vez un transporte y en medio de la polvareda y el camino pedregoso llegamos hasta el “Chipo”, punto donde deberíamos dejar la “ranchera” y continuar nuestro viaje a pie hasta nuestra iglesia de Sabalito, era una caminata de aventura, en medio del bosque, acompañados por el cantos de los pájaros y en medio de las palmeras tropicales que producen “el aceite de palma” llegábamos felices hasta nuestro destino. Ese tiempo era lindo, No teníamos carro, mas eso no era impedimento para visitar a los hermanos, nadie en la familia pronunciaba una palabra de cansancio ni pesar y yo agradezco al Señor porque mi Ministerio lo debo a Él, mas mi Familia siempre fue mi soporte, ellos siempre me apoyaron, siempre me animaron. Un día mi hijo con apenas 9 años se acercó a mi escritorio y con mucha seriedad me preguntó: “Papi como “vamos” con los blancos?” ahora yo sonrío al recordar esas palabras, mas agradezco a Dios por ellos.

Aquella noche, llegamos de vuelta a casa como a las 9 de la noche, cansados, agotados, sólo nos dio tiempo para bañarnos colocarnos los pijamas y no tuvimos que hacer ningún esfuerzo para caer en un profundo sueño que sólo fue interrumpido por el calor y el grito de las personas en la calle. Esmeraldas es una ciudad caliente, mas en aquella hora sentí que la temperatura se había incrementado en un 100%, corrí para la ventana de nuestro dormitorio y lo que mis ojos vieron me llenó de terror. Las personas corrían aterrorizadas huyendo de las lenguas de fuego que devoraban rápidamente la ciudad, los gritos se mesclaban con llanto. Junto con mi esposa tomamos a nuestros hijos y salimos de casa, las llamas de fuego eran inmensas “el río se incendió”, “el río se incendió” gritaba con pánico la gente y todos corrían de un lado para otro, desesperados, no sé cuánto tiempo pasó, no recuerdo cuanto corrimos pero esa carrera, era la carrera por la vida, el pánico, la desesperación de la gente se mezclaba con el llanto de algunos que dejaron sus hijos pequeños, o estos se perdieron en la confusión. No entendía lo ocurrido hasta que alguien cerca de nosotros encendió su radio y oí decir al locutor: La tragedia comenzó cuando un deslizamiento de tierra partió en dos el oleoducto transecuatoriano y abrió fisuras en un poliducto por donde se transportan derivados de petróleo a 10 kilómetros de la ciudad y esos residuos de petróleo desembocaron en el rio Esmeraldas.
Aunque aún no se ha podido determinar qué causó el incendio, vecinos del sector, presumen que el fuego pudo desencadenarse en el momento en que una de las personas que investigaban la ruptura del oleoducto dejara caer una vela encendida. El petróleo derramado corrió al río Esmeraldas en inmensas lenguas de fuego. El río de fuego arrasó a la ciudad. Eran centenas de muertos y casas destruidas.
En medio de esa oscuridad, en medio de esos gritos de dolor y desesperación, en medio de esa confusión, llego a mis oídos aquella voz firme y clara de un miembro del cuerpo de bomberos: “Corran a la montaña por que la refinería va explotar” Corran a la montaña”, Corran a la montaña” y eso fue lo que salvó nuestras vidas. Tomé a mi esposa y mis hijitos y fui a aquella montaña, porque quería verlos salvos.

Nunca sentí tanta gratitud por aquella montaña en la que me sentí salvo. Aquella noche murieron cientos de personas y muchas otras quedaron en la calle, sin casa, sin familia, sin embargo, allí estaba yo en medio de la nada, mas gracias a Dios con vida y con mi familia completa.

Han pasado 11 años y no olvido aquella noche, aquella montaña y de aquel bombero gritando ¨Corran a la montaña¨, oh mi amigo, mi amiga no sé si en este momento te sientas como yo me sentí aquella noche, lleno de miedo, miedo de perder tu familia, miedo de que tu matrimonio fracase, miedo de que la crisis financiera acabe con los esfuerzos de toda tu vida, no vas al médico, por miedo de descubrir aquella enfermedad que temes, quieres mirar al futuro más encuentras todo oscuro sin esperanza, corres para un lado y no encuentras salida, corres para el otro lado y encuentras desgracia y miseria, buscas ayuda y lo que recibes es sólo indiferencia, sientes que no hay salida, mas espera un poco, lee el salmo 121:1 y 2 “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra¨

Hey, para un poco, piensa ¿De dónde va a venir tu socorro? - DE JEHOVA QUE HIZO LOS CIELOS Y LA TIERRA, Ok. Punto. Esto es lo que tú y yo necesitamos entender cuando pasamos por problemas y dificultades, Entender que Dios es poderoso, Que Él es quien hizo los cielos y la tierra, que El es ¨Nuestro Padre celestial que tiene mil maneras de proveer a nuestras necesidades, las cuales ignoramos completamente.(El Ministerio de Curación, pág. 382)

Basta de sufrir, basta de temer, este es el momento de confiar y entregar tus luchas a aquel que tiene la solución de todos tus problemas y que quiere ser el Dios de tu vida.

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Carlos Zárate V.

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Soy Pastor de la Iglesia Adventista del Sétimo Dia, por la gracia de Dios, hijo de Carlos e Isabel, esposo de Sara y padre orgulloso de Jonathan y Karen. Amo a Dios, Amo a mi Familia y Amo a mi Iglesia. Desarrollo mis actividades pastorales en Brasil, Mi mayor deseo es ser heredero de la patria Celestial y morar por la eternidad con Jesus.

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