GRACIAS POR LA VIDA
Posted by Carlos Zárate V.
Después de algunos días de intensa actividad evangelística, involucrado 100% en el crecimiento y desarrollo de mi distrito, no tuve tiempo de acercarme siquiera a mi blog, y menos, postar alguna actividad que se estaba llevando a cabo; es sorprendente la forma como te vas involucrando en tus actividades diarias, muchas veces sin darte cuenta, de pronto, estas con una serie de actividades que consumen tu día a día, y es placentero, gosozo, cuando disfrutas lo que haces, y yo disfruto lo que hago, amo mi trabajo, vivo cada día como si fuera mi primero y también mi último día, valoro la vida, y estoy agradecido a Dios, por darme la oportunidad de servirlo.
Quedé impactado con mi último post, titulado: “Esta mañana al abrir mi ventana” del 14 de octubre pasado, en el, canto a la vida, disfruto del nuevo día, del aire fresco que golpea mi rostro. Contemplar la hierba verde cubierta por el rocío de la noche y ese olor de tierra mojada, el canto de los pájaros, el sonido de los primeros autos correr su carrera loca tras sueños materiales, levanto mis ojos y veo un cielo limpio, las pocas nubes que están lejanas, tienen un color que imagino que el más grande pintor de este mundo, quisiera lograr en sus obras maestras. ¡Estoy con vida!, ¡Qué maravilla!.
El momento en que terminé de escribir aquel Post eran exactamente las 06h04 de aquella mañana. Comencé mis actividades de ese día, y después de 2 horas, los teléfonos de miembros y amigos de la Iglesia, no dejaron de sonar, los periodistas corrían tras la primicia de la noticia: UN TERRIBLE ACCIDENTE, había ocurrido.
Dos jóvenes miembros de una querida familia adventista salieron temprano aquella mañana, con destino a su trabajo en el Distrito Federal, en el camino Gleyson de 35 y Uarley de 32 años, pasaron por otros dos colegas, y los cuatro tomaron la carretera estadual Br020.
Aquella mañana estaba lloviznando, esa lluvia fina, que moja y convierte en un peligro cualquier autopista, Gleyson tomó todas las precauciones, iba despacio, con los ojos atentos a cualquier eventualidad, después de recorrer unos 20 kilómetros, llegaron a un puente llamado “pipiripau”, puente estrecho, de una vía por lado, con capacidad sólo para dos carros. Cuando Gleyson llegó aquel puente, inesperadamente, apareció un tercer auto en sentido contrario, queriendo rebasar al camión (en pleno puente) y Gleyson no tuvo tiempo para reaccionar, Aquel infractor impactó el pequeño VW de Gleyson con furia asesina, dando muerte en el momento a Gleyson y dejando en grave estado de salud a los dos colegas y a Uarley su hermano, que dolorosamente, murió horas más tarde.
Pedro, volvía después de pasar toda la noche cuidando a su padre, que estaba internado con un problema cordiaco. El sabía, que a esa hora, sus hijos estaban camino al trabajo y estaba atento para saludarlos, sin embargo, un extraño sentimiento se apoderó del corazón de Pedro. Hombre público, ex vareador del municipio de Formosa, experimentado, castigado muchas veces por la vida, un poco apartado un poco de la iglesia; fue el primero en llegar a la escena, el dolor fue intenso, llamó a sus familiares, pidió auxilio para sus hijos, ayudo al culpable a trasladarse a un hospital.
Son pocas las personas que enfrentan una situación tan dolorosa como Pedro y su familia, Ningún padre, ninguna madre está preparado(a) para sepultar a un hijo, esta vida nos ha enseñado que son los hijos quienes entierran a sus padres y no estos a sus hijos. El culpable de accidente, fue conducido al hospital de donde huyó, la policía continua buscándolo porque tiene un largo prontuario policial y en ese momento estaba huyendo.
La ciudad toda fue sacudida, impactada con la muerte de estos dos buenos jóvenes. Los restos fueron llevados a la iglesia central de la Ciudad, donde acompañamos y compartimos la bendita esperanza a esta familia enlutada.
Fue en la noche de aquel trágico día que volví a sentarme frente a mi computador, y allí estaba mi post. Volví a leerlo y lo que sentí fue un escalofrío espeluznante, asustador, la hora en que Gleyson murió, fue la misma hora en que agradecía y cantaba al dador de la vida. Aquella mañana, mientras visitaba a la familia, alguien dijo: “Para morir, basta estar con vida”. Tá Certo. Antes de dormir, aquella noche, decidí vivir cada día, en armonía con mi Dios, a cuenta con mis amigos, con el corazón grato al Señor por mi familia, por mi trabajo, por mis amigos, y porque me da la oportunidad de escribirte, de servirlo.