DOS HISTORIAS DE AMOR  

Posted by Carlos Zárate V.



Parece un sueño, pero es la pura realidad, me encuentro en una de las calles más peligrosa de la ciudad de Lima, la calle es polvorienta, llena de basura, los buses corren, los cobradores gritan, el chofer de la “combi” donde viajo, se mueve al ritmo de una salsa mientras sortea a otro vehículo salvándonos de un inminente choque, es domingo y estoy yendo para nuestra Universidad donde estudié, quien conoce lima, sabe que Yerbateros y el Agustino, no son barrios fáciles, acabo de pasar por la avenida Aviación, y como arte de magia, vino a mi mente la imagen de Carmen y José, quienes vendían agua destilada en aquella esquina. Era el año 1983 y cuando los conocí, El tenia 85 y Ella 84 años; aquel día era sábado y sus nombres estaban en el Rol de la iglesia como responsables por el almuerzo del “misionero”, yo hacía mis prácticas pastorales en aquella iglesia de Barrios Altos, los dos se me acercaron y con mucha gentileza me invitaron a almorzar, señalaron un edificio como el lugar donde vivían y caminamos juntos los pocos metros que nos separaban del edificio señalado. No había ascensor y los 150 escalones parecían interminables, cuando llegamos a la azotea del décimo piso, intenté encontrar la vivienda, pero lo único que había en ese lugar era una choza hecha con cartones reciclados, con una amabilidad y un cariño que marcó mi vida fui invitado a ingresar a la “casa”, tuve que agacharme para poder ingresar y no es que sea alto, sino que la casita era demasiado pequeña. José me alcanzó una silla, mientras Carmen se dirigía al lugar donde estaba preparando los alimentos. Nos sentamos y José me contó su maravillosa “historia de amor”: Corrían los difíciles años del 70, hacía poco tiempo que Velasco había llevado a cabo la reforma Agraria, y con el lema:  “La tierra es de quien lo trabaja” expropió muchas tierras y sus dueños tuvieron que migrar a otros países, tratando de salvar su vida, salían, no sólo con el sabor amargo y doloroso de perder sus propiedades, sino, de dejar atrás a gente que les sirvieron durante años y que dejaron de ser simples empleados, para convertirse en parte de sus familias, este era el caso de nuestros amigos de la historia.


Después de despedir a los ciento cincuenta trabajadores, y una semana antes de salir, definitivamente de Perú, con rumbo a Italia, los patrones de José y Carmen, los reunieron para agradecerles por su trabajo, y en vista que no había con quien dejarlos, le hicieron la más extraña propuesta: que ellos dos se casasen y formasen un hogar. No había amor, nunca se miraron el uno al otro, con esa mirada cómplice de Cupido; el futuro de ambos era incierto, estaban perdiendo su único trabajo, no tenían dinero, pero aquel día los llevaron a la municipalidad y celebraron su matrimonio, de un día para otro, José y Carmen, dos extraños, eran esposos.


Carmen anunció que el almuerzo estaba listo, se aproximó a su esposo lo abrazó le dio un beso, y volviéndose para mí, dijo: “El día que nos casamos, José me obsequió la primera rosa, que recibí en toda mi vida, y desde ese día nunca dejó de comprarme una”. No era un palacio, pero había un rey y una reina, no había trufas ni caviar, pero en esa mesa se respiraba el amor. José no era un ejecutivo con un alto salario, no, El era un hombre sencillo que vendía agua destilada en aquella esquina donde comenzó esta historia, pero que aprendió a amara alguien con quien nunca pensó casarse.


El grito de ¡Chosica!, ¡Chosica!, voceados a todo pulmón por el cobrador y el olor fétido de llanta quemada, me saca de mis pensamiento, ¿Qué será de la vida de estos dos amigos? No sé, en estos años que estoy fuera del Perú perdí contacto con ellos, pero con seguridad, mientras, Dios les concedió la vida continuaron acompañándose, cuidándose y amándose, el uno al otro hasta el último minuto e sus vidas.


He vuelto a Lima para ayudar a escribir otra historia, una historia de Amor maravillosa, como José y Carmen, ni El ni Ella pensaron que un día se casarían, Jonathan es mi hijo mayor y Viviana es recibida con los brazos abiertos  y llenos de amor al seno de nuestra familia, es bonita, sencilla, de ojos grandes y mirada cariñosa, que cautivaron al mosquetero Atos (Jonathan) del  Grupo JASS. El es muy cariñoso, trabajador y valiente, son jóvenes y tienen todo para ser felices.
Era el encuentro anual de jóvenes del 2007, los dos eran miembros activos de ese Encuentro, Ella era parte del Staf y El, el Mosquetero Atos de la obra principal del encuentro. En medio de la noche, de las luces, de la algarabía joven y los fuegos artificiales, sus miradas se cruzaron y descubrieron que eran el uno para el otro. El se graduaba de Contador y viajaba a los Estados Unidos, a Ella terminaba Enfermería.  Así comenzó esta otra historia que en pocos dias uniran sus vidas en santo matrimonio, Deseo para ellos las bendiciones de lo alto y que la felicidad los aconpañen durante toda su vida.


¿Qué es lo que hace que un matrimonio como el de José y Carmen, (con el 99% de probabilidades de fracaso) tenga éxito?, ¿Cuáles son los secretos para ser feliz en el matrimonio?, EGW HA pág. 157 El secreto de la verdadera unidad en la iglesia y en la familia no estriba en la diplomacia ni en la administración, ni en un esfuerzo sobrehumano para vencer las dificultades -aunque habrá que hacer mucho de esto- sino en la unión con Cristo. Representémonos un círculo grande desde el cual parten muchas rayas hacia el centro. Cuanto más se acercan estas rayas al centro, tanto más cerca están una de la otra”.


“Por qué, Separados de mi, nada podéis hacer “dice el evangelio de Juan, y Eclesiastés agrega que “…Cordón de tres dobleces no se rompe fácilmente” (Ecl. 4:12) La fórmula para un matrimonio es esa: Jesús + Ella + Tu.

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Carlos Zárate V.

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Soy Pastor de la Iglesia Adventista del Sétimo Dia, por la gracia de Dios, hijo de Carlos e Isabel, esposo de Sara y padre orgulloso de Jonathan y Karen. Amo a Dios, Amo a mi Familia y Amo a mi Iglesia. Desarrollo mis actividades pastorales en Brasil, Mi mayor deseo es ser heredero de la patria Celestial y morar por la eternidad con Jesus.

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